El vaso medio lleno

Hace nueve años nadie y digo bien, nadie daba un duro por mí en un futuro próximo. La palabra esclerosis a simple vista es fea, enigmática, compleja, difícil de pronunciar y si profundizamos en saber lo que significa la cosa se complica. Es como un cajón de sastre donde se manda todo aquello que no sabemos para qué vale.

Cuando era crío e iba al colegio tenía un profesor de matemáticas que decía que cuando la gente de su profesión no sabía continuar con un desarrollo matemático el resultado lo mandaba al infinito. Todo tiene una explicación y si no la tiene la buscamos o a lo peor, la inventamos, pero callarnos, nunca, como decía la ministra, «antes partía que doblá»

Todo en esta vida depende del punto de vista desde el que se mire y aquí entra la teoría del vaso medio lleno o medio vacío. Si se mira desde un punto de vista positivo estará medio lleno y si por el contrario se mira desde la negatividad se verá medio vacío, lo que es irrefutable es que la cantidad de líquido contenido en el vaso es el mismo, varía la actitud que tengamos a la hora de mirarlo. Lo que cada día tengo más claro es que la mitad de una enfermedad se encuentra en nuestra cabeza, no literalmente, sino emocionalmente. Si una mentira la repetimos cien veces nos la acabamos creyendo y sigue siendo tan mentira como al principio pero para nuestro subconsciente la damos por cierta.

En una enfermedad pasa algo parecido, si todas las mañanas cuando nos levantamos no hacemos otra cosa que compadecednos de todo lo que nos va a pasar pues el resultado es muy fácil, seguro que nos pasa. En el gimnasio al que voy hay un cartel que ocupa toda una pared que expresa lo siguiente:
  
«No es aptitud sino actitud, lo que determina tu altitud«

Efectivamente con voluntad, tesón y constancia puedes llegar a donde te propongas. Cuando me diagnosticaron la enfermedad, lo primero que debía hacer era asumir mi nueva situación. Estaba enfermo, era un enfermo, ya no iba a ser el de siempre, ahora tenía una serie de limitaciones que no tenía previstas. Una vez que eres consciente de lo que tienes, el siguiente paso es analizar que opciones manejas  para evitar que la enfermedad vaya a más.

Hasta que no asumas tu nueva condición no serás capaz de buscar soluciones. Importante, asumir no quiere decir resignarse, tienes que ser consciente de donde estás pero eso no quiere decir que tengas que renunciar a luchar. Y luchar es luchar, no es esperar sufriendo a lo que otros puedan hacer por ti. Hay que ponerse las pilas y eso requiere esfuerzo, privaciones y cambio de actitud.

A mí particularmente, no me convencieron los tratamientos existentes en la medicina convencional y por ello opté por la medicina oriental.  No estoy de acuerdo con la política de que para arreglar un roto tengas que destrozar otro. Por mucho que leo e intento informarme sigo sin entender por qué para mitigar los efectos de la esclerosis tienen que bajarnos el sistema inmunológico. En teoría y como versión oficial e irrefutable son nuestros leucocitos los que se comen la mielina de nuestros axones pero existen otras teorías sostenidas por investigadores de universidades americanas que creen en la posibilidad de que sea un virus el que nos produzca el citado destrozo. Y si fuera verdad, solo como probable, si fuera un virus que ha traspasado la barrera hematoencefálica y se están cepillando la protección de los axones, ¿qué culpa tendrían nuestras defensas? Es como si a un equipo de fútbol que le cuesta meter goles, le quitamos al portero y así sacamos a otro delantero, un poco heavy, no?

Por cierto, Lola Herrera te vamos a mandar al paro, ¿no te has enterado que los escleróticos no tenemos derecho a que nuestras defensas desayunen? Mientras que los científicos hacen su trabajo y a la espera de resultados que me resulten convincentes yo sigo a lo mío, es decir, sigo luchando para que mi esclerosis no me coma por los pies.

Y hablando de pies, sigo yendo a Lina a que me machaque los pies y por ende, me fortalezca mis defensas, sigo yendo al gimnasio a sudar la gota gorda a la vez que fortalezco mis músculos por lo que pueda pasarme el día de mañana, sigo con mi dieta diseñada para tener un organismo lo más equilibrado posible a la vez que tomo todo tipo de hierbas para evitar que los radicales libres entren en mi cuerpo como Pedro por su casa y por supuesto si tengo un brote me voy cagando leches al hospital para que me pongan cortisona, me bajen la inflamación cuanto antes y evitar así secuelas irreparables.

Y lo más importante, sigue siendo la actitud que adoptemos ante la vida. Ser más reflexivo, empático con la gente que nos rodea, que sin duda se lo merecen, pensar siempre en positivo y no dejar de luchar a la medida de nuestras posibilidades. No cerrar ninguna puerta, soluciones hay de lo más diversas, pero tenemos que tener la mente abierta a cualquier opción que se nos plantee, no dejéis que nadie os limite las nuevas posibilidades y decidir por vosotros mismos lo que consideréis mejor para vuestro cuerpo. En una enfermedad como la nuestra en donde las dudas están al cabo de la calle, el que más sabe lo que nos pasa somos nosotros mismos y no se os olvide nunca que tenemos mucha vida por delante y hay que disfrutarla, por eso tenemos que ver el vaso siempre medio lleno.

Hay mucha gente que siempre que me, ve me comenta
 -Parece mentira, con lo que tienes y como lo llevas de bien 
A lo que yo respondo con todo el convencimiento del mundo
 – A mí la esclerosis me ha dado más que me ha quitado, me ha quitado salud pero por el contrario me ha devuelto una serie de valores que había perdido.

Valoro mucho más lo que tengo, me he dado cuenta de la gente que me quiere, disfruto minuto a minuto de lo que la vida me ofrece, que es mucho, y soy mucho más feliz de lo que era antes de la enfermedad. En resumen, que verdad es ese dicho que espeta, «no hay mal que por bien no venga” solo hay que tener un poco de paciencia.

A seguir luchando

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